Era el día más esperado para
los alumnos: día viernes. Yo les había dado una consigna que consistía en la
interpretación del Martín Fierro, luego de haberlo leído un poco en clase y un
poco en sus casas.
Esta actividad, de carácter
libre, era para la semana siguiente y les pedí que sean creativos, que se
pongan en la piel de los personajes. Me quiero llevar una linda sorpresa, les
dije.
El próximo viernes, fui al
aula y los chicos estaban vestidos de gaucho y las chicas de paisana, habían
llevado el mate y pastelitos. Se tomaron el tiempo de preparar todo esto y de
ir un ratito antes al aula para que, cuando yo llegue, encuentre listo todo lo
que habían organizado. Lo más lindo fue que me hicieron sentar, como parte del
público, y un alumno comenzó a tocar la guitarra. Cada uno de ellos se había
aprendido un verso y, al compás de la guitarra, los iban recitando.
Me preguntaron si yo me di
cuenta de que habían leído la obra y, si además, capté que les gustó mucho realizar
esta actividad.
Les dije que sí, que estaba
muy contenta. Realmente me sorprendió… ¡Qué lindo es interpretar, qué lindo es
enseñar!
Milena Melgarejo
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